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sábado, 20 de diciembre de 2014

El problema de la ansiedad en la Tercera Edad


Después de una vida entera de esfuerzos y luchas por ir mejorando y conseguir la mejor vida para nosotros y quienes nos rodean, parece que es merecido pensar que en la última etapa gozaremos de mayor tranquilidad. Desgraciadamente, cada vez son más las personas mayores que padecen un agravamiento de sus circunstancias y que repercute en su estado anímico.


No es un asunto menor. Parece que uno de los problemas que mayor incidencia tiene en la población de la Tercera Edad es el de la ansiedad. Y es que, hay algunos factores objetivos que explican esta realidad. Nuestros mayores viven cambios en su organismo y en su forma de vida que les generan una intranquilidad que puede, fácilmente, desembocar en un estado de profunda ansiedad.

Es cierto que, según todas las estadísticas que se manejan, la incidencia de la ansiedad en personas mayores en menor que en otros segmentos de edad. Sin embargo, estas cifras confirman que ronda el 11 por ciento, un porcentaje nada desdeñable. Su manifestación es variable, bien en forma de fobias, de trastornos de ansiedad generalizada u obsesivos compulsivos.

En el caso de personas que superan los 65 años una de las dificultades específicas es el diagnóstico. En muchos de estos individuos, la ansiedad da la cara a través de dolencias físicas y enfermedades, lo que no hace sino camuflar el problema real que las origina. Al no tratarse adecuadamente la ansiedad, esta se enquista. En lo que todos los especialistas coinciden es que una de las medidas más efectivas para combatir la ansiedad de los mayores es que no sufran aislamiento social.

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