A parte del tratamiento específico que requieren los pacientes con enfermedades mentales, lo cierto es que también puede ser muy beneficioso recurrir a la Psicología ante cualquier enfermedad. Y no solo estamos hablando de situaciones límite, con pacientes que están en un proceso terminal, muy al contrario, la utilidad de la Psicología ante cualquier enfermedad es una realidad ya muy contrastada.
Hay muchos hospitales que disponen de unidades especiales para poder aplicar la Psicología ante cualquier enfermedad crónica que requiera, por ejemplo, de la asimilación por parte del paciente de que tiene que modificar seriamente sus hábitos de vida. Sería el caso de personas con sobrepeso severo o diabéticos, cuya calidad de vida depende de que se acostumbren a comer saludable y hacer ejercicio físico de forma regular.
Los defensores del uso de la Psicología ante cualquier enfermedad citan también como ejemplos a las personas que han sufrido un infarto. En estos casos, además de la recuperación post traumática, pues en muchas ocasiones se trata de individuos que han tenido una experiencia de eso que se llama regreso de la muerte, es necesario que asuman un cambio radical en su realidad cotidiana.
El papel de la Psicología ante cualquier tipo de enfermedad es muy diferente en cuanto a número de sesiones y enfoque de la terapia dependiendo de la patología y de las circunstancias propias de paciente. Pero, generalmente, no se precisa de un tratamiento prolongado, aunque puede ser necesaria una supervisión cada cierto tiempo para comprobar que el paciente no se ha relajado en sus objetivos.
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