En un entorno en el que la expectativa de vida se alarga
cada vez más, no es de extrañar que haya un notable aumento de todas las
enfermedades que tienen que ver con el envejecimiento. En el caso del área
mental, este incremento se ha notado en la incidencia mayor de enfermos de
alzhéimer de manera significativa.
Así se entiende que, gran parte de las investigaciones sobre
el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso se focalicen en encontrar
las causas que originan el alzhéimer y patologías similares. Se trata de poder
avanzar en el campo de la prevención, que es el que mejores resultados da para
controlar cualquier tipo de enfermedad.
En este sentido, son muy interesantes las conclusiones del
trabajo de Robert Perneczky, miembro de la Universidad de Múnich, sobre la
relación entre el tamaño de la cabeza y el alzhéimer. Es la llamada teoría de
la reserva cerebral, según la que el cerebro dispone de ciertos mecanismos para
resistirse a los cambios.
Cabeza grande = Menor riesgo de sufrir Alzheimer
En las investigaciones llevadas a cabo por este experto, un
mayor tamaño del cerebro permite que ese sistema de defensa sea mucho más
eficaz. Los datos señalan que frente a la pérdida del uno por ciento de
neuronas, cada centímetro de más de perímetro craneal proporciona hasta un seis
por ciento de mejor rendimiento en los test de memoria, reflexión y capacidad
cognitiva a los que se sometía al paciente. Como consecuencia, se afianza la
idea de que es esencial fortalecer el desarrollo del cerebro en los primeros
seis años de vida.
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