Es indiscutible que el ser humano
tiene una tendencia innata a ser feliz. Todos los individuos, de cualquier
cultura o tiempo, tienen como meta alcanzar la felicidad.
Sin embargo, en lo que hay enormes diferencias entre unos y otros es en el
objetivo al que le confieren el poder de conseguirlo.
Básicamente, existen dos grandes
grupos de personas en este sentido, los que creen que la felicidad viene ligada
al éxito en las relaciones personales y quienes ponen el foco en las cuestiones
profesionales.
Los estudios
Hay varios estudios al respecto.
Entre ellos, uno reciente que se ha llevado a cabo en Nueva Zelanda, sobre una
base de estudio de 804 personas. Bueno, realmente lo reciente son las
conclusiones, porque la investigación ha supuesto el seguimiento durante 32
años de estos individuos. Así, se les realizaban evaluaciones de forma
periódica, en concreto a las edades de 5, 7, 9, 11, 13, 15, 18, 21, 26 y 32
años. La última revisión se les practicó al cumplir los 38 años.
Las conclusiones
La conclusión más importante que
obtuvieron Olsson y sus colaboradores es que las relaciones personales son más responsables de la felicidad que los
éxitos académicos. En concreto, los individuos que desde la infancia
vivieron relaciones personales sanas y positivas se convirtieron en adultos
felices, en un porcentaje mucho mayor que los que solo experimentaron logros
académicos.
En conclusión, tener una vida social más activa y sólida
parece ser una garantía de felicidad para la persona. Aunque, a este
aspecto no se le debe dar una interpretación solo lúdica. Al contrario,
hablamos de relaciones interpersonales profundas.
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