Sentir envidia
es algo natural y común, no hay persona que se haya librado de
experimentarla en algún momento de su vida. Eso no quiere decir que
sea una emoción positiva, muy al contrario su consideración es
absolutamente negativa.
Por eso es tan
grave cuándo se enquista en un individuo, cuando se convierte en una
conducta definitoria de su actuación. Tal es su incidencia en estos
casos que impide el normal desarrollo de la persona,
incapacitada para disfrutar de sus propios éxitos ya que se
corroen por los protagonizados por otros.