Hoy hablamos sobre la ansiedad por comer, pero antes hay que recordar El estrés y la
ansiedad son dos señales claramente diferenciadoras de las
sociedades modernas. Sobre todo, en lo que respecta a la ansiedad
podemos hablar de una especie de epidemia, ya que afecta a un
considerable porcentaje de la población, de todas las condiciones y
edades.
No es para
alarmarse. Un determinado nivel de ansiedad es positivo e incluso se podría decir que necesario para el desarrollo de la persona. Es
una reacción normal ante los cambios y permite que nuestro organismo
se reactive y ponga en marcha mecanismos naturales imprescindibles
para su supervivencia y evolución.
El problema es
cuando la ansiedad se convierte en un estado crónico, cuando nos
domina e impide que llevemos una vida normal. Porque, puede afectar a
nuestras relaciones personales, a nuestra eficiencia laboral o en los
estudios, a toda nuestra realidad.
Síntomas de ansiedad
La ansiedad tiene unas claras
señales que indican su presencia: exceso de sudoración,
taquicardias, problemas para conciliar el sueño… que son bastante
conocidos.
Comer por ansiedad
Una de sus consecuencias más importantes tiene que ver con cómo
afecta a nuestra forma de alimentarnos. Son muchas las personas que
se quejan de un nudo en el estómago que les impide comer cuando
están sufriendo ansiedad.
El otro extremo lo representan aquellos
que, ante un ataque de ansiedad, se ponen a devorar todo lo que
tienen a su alcance, generalmente casi sin masticar.
Comer con
ansiedad es hacerlo de forma incontrolada, compulsiva. Nada que ver
con el placer de degustar los platos. Tenemos una sensación de vacío
que intentamos llenar con la comida.
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